jueves, 20 de noviembre de 2008

NUEVA SANGRE - Archivo de investigación -

Sangre Nueva Escrito por: mjhowlin el 15 Sep 2008 - URL Permanente


Considero que lo que trae la edad es experiencia.
Y a mí experiencia me sobra.


La invité a pasar a mi piso. Casi siempre trato de ir a un lugar neutro, pero cuando la persona me interesa verdaderamente la llevo a mi casa. En general son mujeres, pero cuando uno ha tenido tanto a veces se hastía y quiere probar otra sangre. De todos modos, como el sabor de una tierna mujer en su plenitud no hay otro. De manera que la hice pasar y la invité a ponerse cómoda. Luego la invité a tomar un trago y le clavé mi mirada, esta mirada irresistible con la que he sido dotado. Ninguna ha logrado mantener sus defensas una vez que posé en ella mi mirada. Entonces, sólo fue cuestión de disfrutar lo que ya había obtenido. Ella se dejó quitar la ropa juguetona. Entonces de a poco fui observando su piel de satén, sus piernas de atleta, su culo de gimnasta y su vientre de odalisca. Con ganas tomé entre mis manos sus pechos firmes y duros como dos manzanas deliciosas, e igualmente dulces. Ella se dejaba hacer hasta que en un momento tomó la iniciativa y comenzó a lamer mi pija con ternura primero, luego con deseo, hasta engullirla con pasión desenfrenada una y otra vez. Yo me dejaba placentero, conciente del postre que me esperaba al final. Seguíamos aún en el living, de manera que la llevé hasta el ventanal y allí, contra el vidrio frío que gobernaba desde el piso 21 a esa Buenos Aires invernal, y despojados ambos de la prisión de nuestras ropas, comencé a disfrutar sobre ella de mis sentidos. Mi tacto primero, recorrer con la yema de mis dedos su cuerpo de una perfección que hasta a mí me había sido raro hallar. Dejarme deslizar por su cuello como un presagio, por sus hombros, tentarme con las rojas frutillas de sus pezones rebosantes de vida, sentir el calor y el color que dormían en la cara interior de sus muslos. Luego era el momento del olfato. Disfrutar del aroma a Channel que despedía, pero mucho más de ese otro a mujer joven y fresca que aún podía encontrarse por debajo del Channel, en su boca, en su vientre, en su sexo. Y en ese sexo comenzar a deleitarme con su sabor, con ese dejo salado que me abordaba desde su flujo, con esas gotas de éxtasis que penetraban a través de mi lengua mientras ella me daba la espalda apoyada contra el vidrio que aplastaba sus pechos y le daba a toda la ciudad el maravilloso espectáculo de una mujer desnuda gozando. Entonces, cuando el momento fue el indicado, me puse de pie y la tomé de las caderas. Con sus manos apoyadas en el blindex hundí mi potencia en su carne tierna y generosa, rebosante en jugo de mujer que me esperaba. Y con un lento y prolongado vaivén la llevé hasta un exquisito orgasmo del que los dos disfrutamos al unísono. Y entonces, así como estaba detrás de ella, con los cuerpos aún recuperándose del momento de placer, me acerqué hasta su cuello y hundí mis colmillos en su yugular. La sangre comenzó a manar en finos chorros escarlata, y mi boca los bebió gota a gota. Creo que los científicos jamás comprenderán cuanta diferencia hay en el sabor de la sangre antes y después de un orgasmo. Poco a poco esa vida que sentía hervir en su interior la fue abandonando, hasta que saciado de mi apetito, y antes de que ella partiera hacia donde ya no la podría rescatar, abrí un tajo con mi uña en una de mis venas y la convidé a beber de ella. Entonces de a poco recuperó el color y la vitalidad. Acababa de morir, es cierto, pero también acababa de nacer a una nueva y larga vida junto a mí. Había sido elegida. No es común que nosotros nos reproduzcamos. Si lo hiciéramos inundaríamos la tierra y pronto nos quedaríamos sin comida. Por eso cada tanto elegimos a una de nuestras víctimas entre todas para que nos acompañe. Hace dieciocho años elegí por última vez, y mi compañera resultó una de las mejores que he tenido en estos siete siglos de existencia. Pero ya es hora de que haga su propio nido, y lo sabe. Ella no está esta noche en casa. Nunca está cuando salgo de cacería. Hace varios meses que vengo eligiendo una nueva hembra para que esté a mi lado, de entre muchas candidatas que fui encontrando en Internet. A veces la tecnología puede ser una ayuda inestimable. Cuando vuelva le presentaré a la nueva integrante de la familia. Ahora corro las cortinas. Pronto llegará ese amanecer que nunca más volveremos a ver. Es hora de descansar.

Mañana la eternidad te espera.

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